domingo, 12 de mayo de 2013



                                        El cerdo ibérico una especie ligada a nuestra historia.




Desde que los antiguos íberos domesticaron el jabalí salvaje, el cerdo ibérico ha formado parte de las despensas de los habitantes peninsulares. Esto se ha conseguido mantener hasta nuestros días,
resistiendo la competencia de métodos de cría y razas más productivos.

La lógica industrializadora y de maximización de beneficios moderna, no ha conseguido barrer del mapa
este trozo de nuestra cultura rural y gastrómica.

Cria en semi-libertad en dehesa.

En la sierra de Huelva, sur de Portugal y Badajoz, de donde provienen nuestro ganado, la cria de los cerdos se hace de manera extensiva, los animales viven en semi-libertad en dehesas.

Los cerdos se alimentan de lo que da el campo y se ceban
 con piensos de cereales. En la época de la montanera 
(septiembre-enero) la dehesa da su cosecha de bellotas.
Los cerdos que se alimentan de esta manera natural, en su fase final de engorde,
consiguen las cotas de calidad más apreciadas.

Con los animales que no disfrutan de la montanera y se siguen cebando hasta el sacrificio con piensos de cereales, se obtienen los productos ibéricos de cebo.

Los productos de bellota certificados, tienen una trazabilidad detrás desde que el animal estaba en dehesa, controlando empresas certificadoras raza, alimentación, explotaciones, relación cosecha de bellotas frente animales, pesos a la entrada y salida de montanera ..

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